El Samain

Fin de año y comienzo del invierno, una noche mágica de fiesta y música recordando a nuestros antepasados, a los que ya no están aquí. Entre los árboles del norte se podían escuchar las canciones paganas y las luces de las hogueras escaparse hacia las las estrellas.

Para los celtas la muerte era un paso más en el ciclo que los unía a la naturaleza, no había miedo ni pecado en la muerte, no necesitaba un luto. La vida no era sagrada, era parte del mundo.

La noche del 31 de octubre es una noche en la que el mundo de los héroes, de los muertos, el Otro Mundo, se une a este. Las flores se convertían en el encauzador de la comunicación entre las dos dimensiones, se pintaban las calaveras de los difuntos y se disponían ya que eran suyas, se cortaba el muérdago sagrado, se comía cerdo. La noche pasaba mientras vivos y espíritus bebían y bailaban, cantaban y reían hasta que el amanecer les ofreciera el año nuevo.

Feliz noche pagana, compañero.


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